Por: Verónica Fernández

«El amor es un acto de valentía, nunca de temor; el amor es compromiso con los hombres.” Paulo Freire

Pareciera que fue ayer… yo emocionada en el altar, realmente feliz, ilusionada, está el video de la boda que no me deja mentir, no podía dejar de sonreír…

Si acepto todo, en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza…

Quizá no sabemos en lo que nos estamos metiendo en ese momento pero cuando se  llega al altar por los motivos correctos, quiero decir NO porque:

  • Para no pasar toda la vida solos.
  • Como un medio de tener seguridad económica.
  • Como una forma de salir de su casa.
  • Como resultado de motivos meramente emocionales y sexuales, como atracción física.
  • Porque la familia desea que se case con una persona específica y la persona no sabe decir «no».
  • Porque la mujer tiene miedo de ser una madre soltera o el hombre siente que está obligado a casarse con una mujer porque está embarazada.
  • Por la presion social… todos se están casando.

El motivo correcto es amar a la persona y estar dispuesto a compartir el resto de tu vida con esa persona que libremente has elegido, la verdad yo tenía un poco de la tercera opción, pero no recomiendo el matrimonio como salida cuando las cosas no van bien en casa. Ojalá la vida fuera perfecta pero no es así y hay que lidiar con las cosas como se nos presenten, y muy importante hay que asumir las consecuencias de nuestras decisiones.

Quizá tu caso tiene alguna combinación de las anteriores, va a ser más complicado pero eso le dará más elementos para superar con valentia dentro de la relación. Si ya es complicado el matrimonio solito, no lo compliques más desde el inicio, recuerda que lo que bien empieza tiene más probabilidades de terminar bien.

En este caso yo decido casarme a los 21 años con Gustavo de 31, muchas cosas positivas, otras no tanto… pero quien dijo que el matrimonio es “…Y vivieron felices por siempre” ah! Disney, pues no, ahí empieza verdaderamente la historia… yo aún no terminaba la carrera y tenía muchos sueños aún sin cumplir.

Con los años he aprendido a cambiar esos sueños por sueños compartidos, o sea a ceder, a dar, a perder, a respetar, a ser paciente, también a ser menos egoísta; el matrimonio no es una universidad …es una maestría en Amar.

Hoy se ha perdido el verdadero sentido del matrimonio muchos gastan fortunas en la fiesta de la boda, otros muchos simplemete deciden vivir juntos, no importa como deciden hacer sus votos, lo importante es comprometerse a amar a esa persona, no solo en la etapa del enamoramiento que es donde se da el matrimonio y tenemos la química haciendo de las suyas en nuestro organismo… Lógicamente esta etapa pasa y empezamos a ver a nuestra pareja más objetivamente y aquí empieza el verdadero amor.

Lo importante es ir librando esas pequeñas batallas, sin rendirse; cuando nacen los hijos, cuando perdemos a un ser querido, cuando no hay trabajo, en las enfermedades, yo he aprendido que estas situaciones son las que realmente nos han unido a lo largo de los años. En mi experiencia lo difícil es cuando todo está bien,  ahí es cuando no debemos de perder de vista la importancia de la pareja.

Creo que vale la pena apostar por la familia, no te rindas no es una opción y si aún no lo haces escoge bien a la persona con la que vas a compartir el resto de tu vida… para eso es el noviazgo hablen de valores, de sueños, y comprométete di ¡Sí, Acepto! con el corazón.